Hola de nuevo, ayer lunes y hoy martes, mi espalda aconsejó descansar. Amenudo me pregunto por las causas de esas "dolencias" que de repente nos "sugieren" parar. Claro está que las podemos ver como un "inconveniente" o como algo "ajeno" (de fuera) que viene a perturbar nuestra "intención". Como me cuesta "conformarme" con estas explicaciones, propongo "investigar" juntos las causas.
El que os escribe, Juanjo, está lleno de cosas bonitas que realizar. Como a vosotros, a Juanjo le gusta vivir en una casa limpia y bonita. Le gusta también "realizarse" en su profesión y que ello "redunde" en una economía "saludable". También a Juanjo le gusta ver y compartir con sus amigos. Hasta aquí Juanjo es "perfectamente normal".
Viendo que lo "que" Juanjo quiere es normal, el problema o dificultad ha de estar en "como" Juanjo se acerca a eso que quiere. Juanjo es rígido y tozudo pero tiene en su inseparable "amigo" Juanito a alguien muy libre (incluso de equivocarse) que le inspira para "ver". Así que una vez mas, observaremos el "como" haría Juanito.
En una ocasión, Juanito y yo decidimos hacer juntos el camino de Santiago. Un lunes partimos llenos de ilusión y energía, dispuestos a vivir la experiencia. Yo soy muy calculador y perfeccionista, así que el mismo lunes a la hora de comer, le di a Juanito un papel con los kilómetros que debíamos recorrer cada día para llegar a Santiago en la fecha prevista. Para mi sorpresa, Juanito se molestó conmigo, me dijo que el no iba a convertir sus vacaciones en una carrera.
A partir de ahí, todo comentario se convertía sistemáticamente en una discusión. Juanito me decía: Voy a parar un rato. Yo respondía: Entonces hoy no cumpliremos con el "programa". Al día siguiente, martes, el nivel de discusiones era tal, que decidimos seguir cada uno por su lado.
Estaba yo completamente seguro del éxito de mi "preprogramada" manera de abordar el proyecto y al mismo tiempo estaba convencido del "inminente fracaso" de Juanito.
Pasaron los días y yo seguí a "rajatabla" el "programa", pero tuve "mala suerte", una ampolla en el pié derecho no me permitía apoyar bien el peso al caminar y eso se convirtió en un intenso dolor en la cadera que hizo del todo "imposible" mi continuidad en el "camino". El caso es que tuve que pedir ayuda para que me acompañaran al pueblo mas cercano allí coger un autobús para volver a mi casa.
Tardé mas de tres semanas en saber que tal le fue al "inconstante" e "irresponsable" de Juanito. De repente, diez días mas tarde de lo previsto, Juanito apareció en mi casa acompañado de un grupo de "amigos". Los conocí en el "camino", dijo. Un tanto molesto y lleno de ironía pregunté:
- ¿Que, que tal "tu camino", llegaste a algún lado?
- La vida es una sorpresa permanente, dijo. cuando nos separamos me pregunté ¿y quien quiere llegar a Santiago? Me eché a reír ya que ni tan siquiera conocía esa ciudad así que ¿como es posible querer ir a un lugar que desconoces?
Una vez "desconectado" de la "necesidad de llegar", me relajé. En un pueblo cercano estaban de fiestas, decidí ir y me divertí tanto que me quedé. Ahí conocí a estos "amigos" y pasé de "fiesta" varios días con ellos. Una mañana, mis nuevos amigos, decidieron continuar su "camino" a Santiago y me propusieron ir con ellos, contesté que ya se me acababan las vacaciones y que no había tiempo para "caminar" hasta el final del "camino". Se echaron a reír, sólo me dijeron: Mañana te vienes y decides.
Resultó que mis nuevos "amigos" eran aficionados a volar en "ultra ligero" y así hacían su "camino de Santiago". Me ofrecieron una plaza en uno de ellos y...¡¡¡volé!!! por encima de Asturias y Galicia, fue sin duda una experiencia fabulosa, sin duda muy superior al hecho de llegar o no al "final del camino".
Al oír el relato de Juanito, una sensación de "injusticia" e "ira" se apoderó de mi. ¿Porqué yo que lo tenía todo perfectamente "estudiado" y "planificado" fracasé en llegar y encima no me ocurrió nada "excitante" y Juanito que ni estudió ni planificó y lo que es peor, ¡¡¡se negó a esforzarse!!! no sólo llegó sino que voló en ultra ligero, conoció nuevos amigos, se divirtió, etc.?...y en la respuesta hallé información interesante para compartir en estas páginas.
En inicio, Juanito y yo partimos de un punto idéntico: Los dos decidimos hacer el camino a Santiago. Enseguida hubo una "diferenciación", yo tenía la "atención" puesta en la organización necesaria para llegar (osea la atención en el hecho de llegar) mientras que Juanito (que también quería llegar) ponía su "atención" en sentirse bien.Nuestras "discusiones" nacían de "esa" "diferencia".
Eso me llevó a otras partes de la vida. ¿Cuando entro en "crisis", donde está el conflicto? Por ejemplo, estos días en los que el dolor de espalda me obliga a descansar, ¿no es lo mismo que me sucedió en el camino?
Amenudo, nuestros quehaceres y deseos se tornan "dominantes". Tanto que consiguen que nos apartemos de lo ¡¡¡mas importante!!! que es el "como" nos estamos sintiendo en lo que estamos haciendo. A partir de "esa desconexión", sólo existe el llegar. Al no "cuidar" el "como" me estoy sintiendo, quedan sólo dos opciones: No llegar. O llegar a "costa" de un maltrato "severo" al sistema que uno es.
De modo que inspirado en ese ser libre y salvaje que es Juanito, lanzo la siguiente propuesta: ¿Podemos probar unos días el dirigir el "foco de atención" al "como me estoy sintiendo" en vez de dirigirlo a "ver" si me acerco o alejo de mis objetivos?
La propuesta sólo funcionará si se aplica de un modo "radical". En los asuntos importantes lo de "nadar y guardar la ropa" ¡¡¡no funciona!!! Es mejor darse un plazo, por ejemplo:
Escojo un día y me comprometo (con migo mismo) a estar "presente" en como me siento. Cuando a través de esa "presencia" detecto un "malestar"...¡¡¡paro toda acción!!! hasta que dicho "malestar" se "disuelva". Prolongo la experiencia varios días con el fin de "ver" si es cierto eso de que a mayor esfuerzo mayor éxito.
Amigos, el cuerpo no es tonto. Del mismo modo que al comer algo en mal estado, éste siente mal hasta que nos obliga a acción (vomitar), cuando "emprendemos" una tarea de un modo tóxico (obsesionándonos, preocupándonos, etc.) el cuerpo comenzará a dar "síntomas" desagradables (en principio a un nivel emocional), tristeza, enojo, cansancio, etc. Luego, si insistimos en ese "como" tóxico, los síntomas serán mas físicos (dolor corporal, digestión pesada, trastornos del sueño, etc) Si aún así, como es habitual, insistimos...vendrán, en nuestro "rescate" la enfermedad y/o lesión corporal.
Recordarte, como siempre, lo inútil de "filosofar". Lo absolutamente "irrelevante" de que estés de acuerdo o no conmigo (yo no soy dueño de verdad alguna) Simplemente, si como a mi te da cierta "rabia" que a pesar de tanto "esfuerzo" haya cosas que no "pitan" en tu vida...¡¡¡coño, probemos algo nuevo!!! Como siempre un placer Juanjo & Juanito
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